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Un destello de Su gloria.

  • Foto del escritor: Gracia Sobre Gracia
    Gracia Sobre Gracia
  • 9 ene 2020
  • 5 Min. de lectura

Hace un tiempo leí el segundo libro que más ha impactado mi vida (después de la Biblia, claro), se llama "No se trata de mí" del autor Max Lucado; lo recomiendo ampliamente. La lectura de este libro me guió hacia esta reflexión.


Quiero que nos ubiquemos en Éxodo capítulo 33. Para darte un poco de contexto, el libro de Éxodo narra la historia del caminar hacia la tierra prometida del pueblo de Israel, caminar que duró 40 años en medio del desierto, donde el pueblo traicionó a Dios una enorme cantidad de veces y resultó severamente afectado por estas malas decisiones, se trataba de un pueblo rebelde y cansado. Este pueblo estaba siendo guiado por Moisés, siervo de Dios.


No sé si alguna vez te ha tocado liderar un equipo de trabajo, a mí sí, y creo que estarás de acuerdo conmigo en que no es nada sencillo, te toca tratar de corregir los errores de los demás porque si no tú mismo resultas afectado, te toca soportar quejas, solucionar conflictos, ser tolerante con personas irresponsables, etc. Este tipo de trabajos han acabado con un gran número de amistades. Ahora, imagina si no se tratara de liderar a un equipo de 5 personas en la creación de un cartel, una maqueta o un ensayo, sino de guiar por el desierto a un pueblo rebelde de aproximadamente 600 000 hombres a pie (sin contar mujeres y niños). Creo que no se necesita decir mucho más para darnos una idea de cuántos problemas estaba enfrentando Moisés con este pueblo.


Y entonces, en el capítulo 33, vemos a Moisés viviendo lo que muchos considerarían la oportunidad de su vida: Se encontraba hablando directamente con Dios.

"Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. (...)" -Éxodo 33:11

Luego, en el siguiente versículo, Moisés dice que no solo estaba hablando con Dios cara a cara, sino que Dios mismo le había dicho que Moisés había hallado gracia delante de sus ojos.

"Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca a este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos." -Éxodo 33:11

Recuerdo que hace unos años una compañera estaba tratando de obtener una calificación alta en una materia. Noté que además de esforzarse en las clases se esforzaba también por caerle bien a la maestra y el último día de clases buscaba la oportunidad de hablar con ella para comentarle que tenía el deseo de alcanzar esta calificación. Pues sabía que ella tenía el poder de concederle esta petición. Mi compañera sabía que para tener la oportunidad de obtener su petición necesitaba agradarle a la maestra y hablar con ella directamente.


Moisés tenía esta oportunidad, no con una maestra de la preparatoria, ni siquiera con un presidente o un rey, Moisés tenía esta oportunidad con el Dios todopoderoso. Y con lo que ya sabemos sobre la situación en la que estaba, nos podemos imaginar que Moisés tenía muchísimas peticiones que hacer. Nos podemos imaginar que pediría llegar de una vez por todas a la tierra prometida, o posiblemente que el camino deje de ser difícil, incluso podía pedir que Dios le quite esta responsabilidad de guiar a un pueblo tan rebelde y conflictivo.

Pero Moisés no pidió ninguna de estas cosas.

"y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí." -Éxodo 33:15

Moisés no estaba pidiendo que el camino sea más corto, ni más ligero, simplemente pidió la presencia de Dios. Y posteriormente hace una segunda petición que nos revela aún más su corazón:

"Él (Moisés) entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria." -Éxodo 33:18

Puedes leer el resto del capítulo para conocer el resto de la historia. Pero quiero centrarme en estas peticiones de Moisés. ¿Cuál es la diferencia entre estas peticiones y las que nosotros pudimos imaginarnos antes?.

Simple, Moisés no estaba pidiendo algo que Dios podía darle, estaba pidiendo a Dios en sí mismo.

En el resto del libro de Éxodo podemos observar que definitivamente Moisés estaba cansado, estaba fatigado, y se puede asumir que sí deseaba que sus problemas se solucionaran. Pero muy por encima de eso, su corazón anhelaba un simple destello de la gloria de Dios.

Pero, ¿qué fue lo que guió a Moisés a anhelar un destello de la gloria de Dios por encima de cualquier otro deseo?. Bueno, Moisés, estando rodeado de problemas que lucen enormes, había entendido algo que nosotros también necesitamos comprender:

"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" -2 Corintios 4:17

¡¿Leve tribulación momentánea?!, ¿Acaso tener que guiar a miles de personas desobedientes y rebeldes en medio de las dificultades del desierto parece una tribulación leve?, ¿acaso 40 años parece un simple momento?. Mirándolo como estamos acostumbrados a hacerlo, esto no tiene sentido. Pero esta no es la visión que Dios nos muestra en su palabra, leamos el versículo siguiente:

"No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas" -2 Corintios 4:18

Él nos pone delante una esperanza eterna, lo cual nos guía a tener una visión eterna.


"Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria que Él nos revelará más adelante" -Romanos 8:18

¿Cuál es la gloria que Dios nos revelará más adelante? ¡A Él mismo!. Moisés estaba pasando por dificultades gigantes, humanamente hablando, pero insignificantes y momentáneas en comparación a lo que es Dios, a su eternidad y su gloria. Y una vez que nosotros también entendemos esto nuestro mayor anhelo se vuelve simplemente un destello de la gloria de Dios, podemos tener paz en medio de los problemas, pues cuando ponemos la mirada en quién es Dios y la magnitud de su gloria, nos volvemos capaces de ver todo lo demás como lo que realmente es: una leve tribulación momentánea.


Si alguna vez has estado en un avión es probable que ubiques ese momento en el que, estando a varios km de altura, miras hacia abajo y todo se ve tan pequeño, tan insignificante. Es un efecto parecido, pero no a la magnitud de unos kilómetros de altura, sino a la magnitud de la grandeza del Dios todopoderoso.

¿Y cómo podemos ver un destello de su gloria? Conociéndolo, mirando a nuestro alrededor, a todo lo que Él ha creado y ha hecho. Dios, a través del sacrificio de Jesús, puso frente a nosotros lo que verdaderamente necesitamos: no la solución a todos los problemas que enfrentamos en esta tierra, no bienes materiales, sino la posibilidad de conocerlo a Él, de tener una relación con Él, de ver un destello de su gloria. Y tal como Moisés, quien después de ver este destello de la gloria de Dios, lo reflejó visiblemente (la Biblia afirma que "fue tan glorioso que los israelitas no podían mirar la cara de Moisés debido a la gloria que se reflejaba en su rostro" (2 Corintios 3:7)), al nosotros recibir un destello de su gloria, podremos tener una paz verdadera y mostrar a los demás lo que ellos también necesitan ver en verdad: la gloria de Dios.





 
 
 

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